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Félix Avilés, a un año de la agresión a su hijo: “Hay una conducta de Burgos de despreciar la dignidad de las personas”

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El silencio del auto de los Avilés Bravo sólo era interrumpido por los comentarios que hacía al teléfono David Gutiérrez, subdirector del Hospital Carlos van Buren: “Félix… mi hijo estaba con tu hijo”.

La hora y media entre Santiago y Valparaíso se hizo extrañamente breve, según recuerda Félix Avilés, a horas de que se cumpla un año de la marcha donde su hijo, Rodrigo, estuvo a punto de morir tras azotarse contra el suelo después de ser impactado por un chorro de agua del “guanaco”, a 4 metros y medio, con una presión de 8 bares.

El objetivo era llegar lo antes posible al hospital. Ya el 20 de mayo Rodrigo avisó que iba a Valparaíso. “Les transmitimos a nuestros hijos lo que vivimos en los 80. Esto, para que nunca sucediera en Chile una aberración como la violación a los Derechos Humanos, violencia de Estado, la tortura y lesiones, muerte de ciudadanos por defender los derechos… para que todo eso nunca más existiera. Hoy lo vivo con la suerte de mi hijo, de Rodrigo. Pero él tiene conciencia de eso y cuando nos dice que va a Valparaíso nos parece que es lo que hay que hacer”.

Avilés le propuso salir a almorzar a su familia, en un rutinario 21 de mayo, tras la segunda cuenta pública de la Presidenta Michelle Bachelet, marcada por la multitudinaria protesta en las cercanías del Congreso, en calle Pedro Montt.

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“Una y media de la tarde, recibo una llamada por teléfono. Miro la pantalla. Dice ‘Luna (Rojas)’. Cuando veo el nombre, de una de las muy amigas personales, inmediatamente sospeché que era algo malo”.

– Luna, ¿qué pasó? ¿Dónde está Rodrigo?

– Tío, el Rodrigo está en el hospital, pero yo estoy con él. Estoy bien. Te llamo para avisarte y te llamo de vuelta en un rato más…

Fue una llamada en la que Rojas estaba muy nerviosa. De 30 segundos. Pero la sospecha se confirmó cerca de 2 minutos después, cuando Luna volvió a llamar. “Le dije a la Sole (Soledad Bravo-Marchant, su esposa y madre de Rodrigo) que esto era muy grave… muy grave”.

– Tío, vente a Valparaíso, porque Rodrigo no está bien.

La semana previa al 21 de mayo no es fácil de recordar para este abogado. Hace un año su hijo estuvo a punto de morir. Ahora Rodrigo juega con su hija. Lee. Estudia. Incluso terminó su participación en un proyecto internacional de investigación con académicos brasileños, que será publicado. “Nos dijeron que las expectativas de su mejora estaban en torno al 70%. Y ahora lleva un 120”, dice Félix, que al tratar de volver al relato de cómo fue el 21 de mayo del 2015, se queda en silencio y se muerde el puño. Pasa un buen rato antes de que pueda volver a hablar.

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Una vez en la capital de la V región, en el hospital dispusieron un estacionamiento al interior. Había muchos periodistas y un grupo importante de estudiantes.

En menos de media hora, 15 minutos, tenía la película absolutamente clara, de lo que había sucedido”, recuerda Avilés con rabia. Hace presente que las primeras horas en Valparaíso las pasaron muy solos como familia. Asegura que la primera información que se les entregó a las autoridades es que Rodrigo “era un saqueador, un violentista, un encapuchado. Un delincuente. Y se le había dicho eso tanto a la Presidenta de la República, como al general Gustavo González Jure (entonces Director de Carabineros). Se demoraron en poder ponerse a la altura de las circunstancias. Nada justifica una cosa así, una descripción del personaje de esas características. Negaron siempre que era un estudiantes que estaba manifestándose, que no estaba en barricada, información que pese a todo, ellos sabían”.

Al segundo día de la internación de Rodrigo, Félix Avilés se enfrentó por primera vez con Carabineros. Justo después de firmar una autorización para hacer la cuarta intervención a su hijo. “Era tan delicada la operación, que trajeron a un neurocirujano infantil por el nivel de precisión requerido. Había otra salida, que era ponerle un ducto para la columna, pero él se moría. Fueron horas… no sé. Cada minuto era larguísimo. Lo que estoy haciendo es firmar la muerte de mi hijo”, relata.

Recuerda que salió de una sala de reunión junto con el director del hospital, Juan Patricio Castro. Allí ven a dos carabineros. “Uno oficial, y el otro… no me preocupé. De alto rango. Nadie sabe cómo llegaron al quinto piso”, cuenta. Lamentablemente no recuerda el nombre de quién le dirigió la palabra, pero está seguro de que era coronel.

– Señor Avilés, estoy aquí en nombre de la institución, para ofrecerle poner a su disposición todo lo que nosotros podamos hacer para que la salud de Rodrigo, su hijo, se recupere.

– Mire, yo no necesito sino que ustedes reconozcan que la condición que está Rodrigo es por la actitud de ustedes… la actitud criminal de ustedes. Esto lo hicieron ustedes. Y tendrán que responder. Lo que yo pido es que reconozcan y pidan perdón públicamente.

El coronel retrocede unos centímetros, según recuerda Avilés. Saca pecho. “Lleno de estrellas el uniforme”, indica.

– Señor Avilés, usted no tiene ningún antecedente de que el agua que sale de un pitón es la misma que golpeó a su hijo. Esa imagen usted no la tiene.

– Espero verlo de nuevo pero en los tribunales.

Preocupación de Estado

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Primero recibió una llamada de la Presidenta Michelle Bachelet. El gobierno ya claramente tenía los antecedentes exactos de lo que había pasado. “Se echa por tierra todas las versiones iniciales que hacían que el gobierno y que el alto mando de Carabineros tomara conductas políticamente correctas, que era no meterse”. La llamada de la Presidenta, sin reproducir sus detalles, fue de contención y de aprecio. Pero desde ese momento la mandataria le habría hecho presente que también ella consideraba que lo ocurrido no fue casual.

“Entonces yo le pido cosas a ella. ‘Presidenta, no quiero que esto vaya a justicia militar’”.  Luego recibió la llamada del ministro del Interior, Jorge Burgos, al que conocía desde fines de los 70. “Se me venía toda esta historia de los 70, 80, en la Dictadura. Claro, por aquello que habíamos arriesgado la vida, hoy día esa vida era la de mi hijo la que estaba en juego. La semana anterior habían muerto dos estudiantes. Era una situación muy jodida”, recapitula Avilés.

También recuerda que recibió la visita de diversas autoridades: Nicolás Eyzaguirre (entonces ministro de Educación), Carmen Castillo (Salud), Ana Lya Uriarte (jefa de gabinete de Bachelet) y la ministra de Justicia, Javiera Blanco, con la que discutió el asunto de que este caso no fuera a la justicia militar. “El nivel de preocupación de Estado no fue menor. Eso me parecía bien, y entendiendo que el caso de Rodrigo estaba al borde de lo fatal. Un desenlace fatal de Rodrigo era una mecha encendida para que quedara la escoba. Debía ser el punto de inflexión para esta conducta represiva de las Fuerzas Especiales y Carabineros. El gobierno debía entender que Carabineros de Chile no se mandaba solo. Son una entidad dependiente, no deliberativa, y las conductas ante la ciudadanía debían ser conforme al ordenamiento jurídico”.  Muchas condiciones se dieron para ayudar a Rodrigo en su proceso.

“Un informe de 197 páginas en 48 horas. Todo mentira”

Félix Avilés es abogado. Entre risas recuerda que antes de contestarle al coronel, con mucha rabia, pensó que “claro, tiene razón, porque el nivel de elementos probatorios que tengo que tener… si eso no existe, ¿cómo voy a probar que fueron ellos?”.

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La suma de evidencia comienza con, según plantea Avilés, una primera declaración que Carabineros de Chile publicó. No está en ningún lado. “La he pedido por transparencia. Son tres párrafos en que señalan que no tienen responsabilidad alguna en esto”. Luego, en esta suma de hechos, existe una declaración ante los medios del general Julio Pineda, entonces jefe de la quinta zona de Carabineros, declara que “preliminar, lo que les puedo decir, es que conforme a la declaración de testigos y conforme a algunas imágenes que tenemos y estamos analizando, no habría participación de Carabineros”.

Después, lo más fuerte para el padre de Rodrigo Avilés es que en tan sólo 48 horas, Carabineros evacuó un informe de 197 páginas con peritajes, que se le entregó al Ministerio de Interior. “Tienen un equipo de guionistas muy buenos”, ironiza el abogado, para luego relatar cómo fue que la versión de la institución se cayó a pedazos. “Surge el peritaje a la zapatilla de Rodrigo (que según Carabineros no tenía adherencia). Agarré el teléfono y hablé con la Luna. Le pregunté por las zapatillas de Rodrigo. Me dijo que las tenía en el closet de su casa. ‘¿Alguna vez estuvieron en manos de otro?’ le pregunté, a lo que me contestó que nunca, ya que cuando llegaron al van Buren las guardó en su bolso. Fue atroz”.

Luego, tras participar en una entrevista con Matías del Río, entonces en CHV, lo llamaron de TVN. Era muy tarde, por lo que aplazó para el día siguiente, muy temprano, una visita al canal. “No sabía que me estaban grabando, después me preguntaron si me importaba y dije que me daba lo mismo. Ese día fue desmentir el informe de Carabineros. El Ministerio del Interior se vio forzado a solicitar que se haga un procedimiento interno. Yo pedía la responsabilidad de la línea de mando y no sólo del pitonero. Lo que me llamó la atención desde ese momento es que nadie en el ministerio del Interior haya sido capaz de cuestionar un informe de 197 páginas, con peritajes incluidos”.

Consultado respecto de si lo anterior era exceso de burocracia, Avilés corrige: “es una negligencia inexcusable, porque está la vida de por medio. Espero que no sea dolo, que no sea intención, porque ya sería más grave”.

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Luego empiezan las contradicciones, señala. Tras reconocer responsabilidad en los hechos, Carabineros comienza a demorarse. Avilés esgrime los decretos del ministerio de Defensa sobre los plazos para el sumario. Asegura que los plazos, si no estaban vencidos, estaban por vencer. “Ahí salta el subsecretario de Interior, Mahmud Aleuy, señalando a Carabineros que tiene 48 horas para entregar el informe. Y atrás salta el ministro del Interior. Desde allí empiezo a sospechar sobre intencionalidades. Dice que no hay plazo para entregar el informe y que deben acogerse a lo que tiene procedimentalmente, y que se entregará en los momentos que corresponda. Cuando el ministro del Interior sale diciendo eso, se me despierta la sospecha de cuál es el compromiso del Jorge Burgos para con el reconocimiento de verdad en los casos que tienen que ver con Derechos Humanos, que no es sólo el tema de Rodrigo, sino que en La Araucanía”. Y no fue sólo ese hecho, sino que en otra conferencia de prensa del secretario de Estado, según recuerda Avilés, consultado sobre el informe de Carabineros, Burgos habría respondido que “eso no es lo importante, lo importante no es el informe, sino que lo importante es lo que pase en los tribunales ordinarios. Allá se van a determinar las responsabilidades punitivas, si es que las hay”.

“En ese momento se me termina toda tolerancia y todo respeto a la figura del ministro del Interior en relación a este tema, porque me parece que tiene la clara connivencia con los uniformados, de construir una democracia distante del respeto de los Derechos Humanos. Él es abogado, y en materia penal no es menor el reconocimiento de la verdad en sede administrativa”. La conclusión de Avilés respecto de la actitud del ministro del Interior apunta a que “aquí hay una conducta intencionada de Burgos, de despreciar la dignidad de las personas, cuando ésta es atropellada por aquellos que por ley y por Constitución son dependientes, como Carabineros de Chile, y eso me parece gravísimo para un Estado de Derecho y gravísimo para el ejercicio de Estado de un ministro”.

“Se requiere una reforma urgente de la institución Carabineros de Chile”

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Existe una dualidad en Félix Avilés. Está el padre, que se emociona y se queda en silencio, con sus ojos al borde del llanto al traer de vuelta el recuerdo atroz de los momentos que siguieron a la agresión que sufrió su hijo. Sin embargo, a ratos da la impresión de que “el padre” deja de estar presente, dando paso la voz del abogado, que se abstrae de la familiaridad de lo ocurrido y habla en términos tan jurídicos como genéricos. Está “el caso de Rodrigo Avilés”, como también el de Jorge Brito, ex dirigente de la Universidad Federico Santa María, que también acusa tortura por parte de Carabineros, u otro joven lamentablemente emblemático: Manuel Gutiérrez, muerto por el disparo de una subametralladora UZI en manos del ex sargento Miguel Millacura en agosto del 2011. La forma de referirse a estos casos de Avilés padre va muy en la línea de lo que declaró Rodrigo en su primera entrevista a revista El Sábado: “No soy un mártir. Esto pudo pasarle a cualquiera”. Y en materia de violaciones a los Derechos Humanos y el actuar de Carabineros, particularmente Fuerzas Especiales, en vísperas de este 21 de mayo, que se cumple un año de que el estudiante de literatura estuviera al borde de la muerte, Félix Avilés estima que el país está al debe en defensa de los Derechos Humanos y con cómo actúa Carabineros.

“Estaba en el programa de la Presidenta, una modificación al código de justicia militar o una reforma. No ha sucedido. Porque mira, todos los hechos, todos. De lesiones menos graves, graves, graves gravísimas o muerte, como Manuel Gutiérrez, todo va a la justicia militar, la que es una maquinita perfecta, de autoprotección, de defensa corporativa y de creación o generación de impunidad. Esto, genera la conducta de los uniformados, o civiles vinculados a esto, que hagan las cosas que hacen, con estudiantes o con organizaciones sociales. Se hacen estas cosas con la más pura impudicia, porque saben que al final del día lo que hay es impunidad. La conclusión, lesión, muerte, resultado de investigación, defensa corporativa, autocuidado, impunidad, y volvemos de nuevo. Es un círculo vicioso. Que el gobierno tiene conciencia de eso y creo que el ministerio del Interior no sólo lo protege, sino que hace la vista gorda. Me parece grave”.

Para Carabineros debería concretarse, a juicio de Avilés, una reforma urgente. “No puede ser que cada vez que se diga que en una política de Estado que se aumentará en 2 mil 600 funcionarios policiales, lo que se está haciendo es entregarle armas a personas que no han seguido un riguroso proceso de selección. Por tanto, con todo respeto que merecen las personas, entran desequilibrados, desquiciados o han sido parte integrante de procesos delictivos. Cada 15 días dan de baja a alguien por alguna acción ilícita. Hay un proceso de selección que está mal llevado”.

Tras repasar los casos de Jorge Brito, de Luciano Debrott, de Manuel Gutiérrez, plantea que la institución no cumple con la tarea de hacer que el derecho sea eficaz. “La institución debe replantearse. Y esto de que es dependiente y no deliberativo me parece que es una burla, porque, espero que sea una burla, porque es la única forma en la que Burgos tiene como zafarse. En ese entonces las órdenes no venían ni de González Jure ni Ricardo Cartagena ni hoy de Bruno Villalobos sino que del ministerio. Todas las aberraciones entonces que se cometen serían órdenes del ministerio. Y si se cometen en el marco de lo dependiente, se esconden cosas, y se deberían asumir responsabilidades políticas”.

La institución, de acuerdo describe el padre de Rodrigo Avilés, cae bajo la categoría de organización terrorista. “He llegado al límite de decir eso. Por definición, lo que dice la Real Academia de la Lengua Española, es lo que hacen las Fuerzas Especiales, además de infundir temor. Si el Estado está aplicando políticas terroristas, me parece que había que perseguirlos con todo el rigor que amerita el ordenamiento jurídico de un país republicano”.

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Avilés considera que el ex General Director de Carabineros, González Jure, tenía una “conducta pusilánime” para enfrentar estas situaciones. En cambio, el actual jefe de la institución, Bruno Villalobos, “me parece que es consciente de todo. Es una persona que en lo personal puede ser interesante, valioso, agradable, he tenido encuentros personales con él, pero tiene una conducta política institucional errada, que resguarda este tipo de conducta y protege la vulneración de los Derechos Humanos. Incluso, cuando me dice personalmente, que el Sargento Manuel Noya (pitonero del carro lanza aguas que golpeó a Rodrigo Avilés) cometió un error, y ‘me interesaría que volviese a las filas de la institución’, yo le digo que perdón, pero que a mí me parece que no fue un error. La conducta del sargento Noya no es particularmente excluyente de la conducta institucional, sino que es una conducta absolutamente coherente que ha hecho en todo este tipo de manifestaciones, el no respeto al protocolo, al supuesto protocolo. Es lo que sucede en La Araucanía, Freirina. Le digo que ‘no es un error lo de Noya y sabes que no es un error’. Entonces me parece que el general Bruno Villalobos es más responsable de las violaciones de los Derechos Humanos en este país, como responsable cabeza de la institución, por mando. Se lo he señalado y se lo he dicho”.

Hasta ahora, ni la institución ni el mismo Manuel Noya Pavis –formalizado el pasado 19 de abril, y que quedó con arraigo– le han pedido disculpas. Tampoco se ha concretado una segunda reunión con Villalobos.

Responsabilidades penales y obstrucción a la investigación

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Rodrigo se encuentra con una placa de polímero en su cabeza. Lee mucho, escucha rock clásico como The Beatles o Bob Dylan. Ha tenido desbarajustes, como los de principio de año, pero definitivamente son parte del golpe en su cabeza. De momento están probando qué dosis de medicamentos deberá tomar para que quede todo en orden. Pero ya está reintegrado a su actividad tanto social, como académica. Ha estado al tanto de todo el proceso judicial. Aparte del proceso contra el pitonero, lo más interesante es que el Ministerio Público, de oficio, habría comenzado una investigación por obstrucción a la investigación. “A juicio de esta parte, la conducta que hemos descrito de Carabineros del primer tiempo, es una conducta que tiene por objeto no sólo bajar la cortina, tiene por objeto desviar la búsqueda a lugares donde no está. Se busca engañar a la opinión pública. Es un delito grave”.

Avilés, a un año del hecho, ya no recuerda con tanto detalle la línea de mando. Sabe que al General Ricardo Cartagena, ex encargado técnico de Fuerzas Especiales, fue dado de baja en octubre del año pasado. Al general Julio Pineda pasó de ser jefe de la quinta zona a ser Director nacional de Personal, y fuentes de la institución indicaron a El Dínamo que probablemente se aproxima un nuevo informe de sanciones de carabineros, donde estarían considerados dos suboficiales y un oficial.

Respecto de Manuel Noya, Félix Avilés hace presente que se le formalizó por lesiones graves. “El tribunal reconoce formalmente que ‘aquí, a lo menos, hay un dolo eventual’”. Precisa que el foco no es perseguir a Noya exclusivamente. “La institución tiene que aprender que con la vida de las personas no se juega, y Noya desgraciadamente va a tener que responder por aquellos que en su institución no han respondido”.


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